martes, 29 de noviembre de 2011

CULTURA POPULAR ARTESANAL


Con un sofisticado diseño fue publicada en Facebook la invitación al evento “La Calle del Arte” iniciativa que buscaba fomentar la cultura y las artesanías en Pereira, por medio de una feria artesanal, acompañada por exposiciones fotográficas, música y más. ¡Y cómo perderse semejante evento que generó muchas expectativas ya que sería fuente de un valiosísimo acercamiento a la cultura de nuestros artesanos!.

Llegó el día del evento y con el anochecer se hacían visibles las primeras estrellas en un despejado cielo que indicaba una mágica noche, donde la cultura y las artesanías serían las protagonistas de tan esperado evento; y con gran expectativa nos íbamos acercando por la tan concurrida calle 18, conocida popularmente como epicentro de la producción artesanal en la ciudad.

A escasos 30 metros de la carrera 7ª la emoción se hacía notar en nuestros jóvenes rostros, y en cuestión de segundos ya frente al lugar donde se llevaría a cabo el evento fue inevitable la sensación de asombro que nos inundó, lo que observábamos no correspondía al imaginario que teníamos, todo era tan común, las calles atestadas de vendedores ambulantes, las personas que transitaban; nada parecía indicar que en aquel lugar fuera posible la realización de un evento apenas similar a lo que sugería la invitación.

De repente se escuchó una voz potenciada por un micrófono y dos parlantes anunciando la apertura al “mágico evento” y con las más comunes frases de los almacenes populares “Venga y acérquese tenemos descuentos del 20, 30 y 40% en todos nuestros productos artesanales y disfrute de las presentaciones culturales” de esta manera eran convocadas las personas que transitaban por el lugar al “Primer Encuentro Artesanal y Cultural” llevado a cabo en la ciudad de Pereira. 

Apenas reponiéndonos de lo que hasta ese momento nos llenaba de desilusión fue presentado ante el público el Artesano Ovier, hombre joven de aproximadamente 30 años de edad, piel trigueña, cabello corto, camisa blanca pantalón café y una chaqueta negra que lo abrigaba del frío de esa noche donde tomando el micrófono con osadía y una gran sonrisa entonó la siguiente frase “Esta noche traigo canciones con mucho amor, aunque no soy profesional pero canto con el corazón” una extraña sensación nos invadió al comprender que este artesano sinceramente estaba demostrando su sentir.

En medio de rechiflas, gritos de los transeúntes y algunos comentarios desalentadores de los vendedores ambulantes el joven artesano empezó a cantar “Anhelos tengo de verte vida mía…” y luego de algunos segundos y mientras el artesano aun cantaba, todo volvió a la normalidad; los pregones de “Papaya dulce la papaya” de uno de tantos vendedores ambulantes se tomaron nuevamente las calles pero Ovier seguía plenamente entregado en su canto dando lo mejor de sí y demostrando su talento a por lo menos siete personas que desde diversos puntos tenían su atención puesta en él; de pronto la canción llego a su fin y sin aplausos el joven artesano agradeció al público la atención prestada y se retiró a su puesto de artesanías a seguir vendiendo los artículos que el mismo tallaba en madera.

Aprovechamos el intervalo de tiempo para dar un recorrido por la calle observando los trabajos de los diferentes artesanos; mujeres, hombres, hippies, indígenas, roqueros y demás se podían ver agrupados en esta calle produciendo y comercializando lindas piezas artesanales mostrando su talento utilizando las artesanías como medio para presentar lo que piensan y sienten.

Desafortunadamente no estaban abiertos todos los puestos, situación que refleja lo complejo que es realizar una iniciativa como estas, lo que nos llevó a valorar mucho más el estar ahí; teníamos la oportunidad de observar la cotidianidad de los artesanos del centro de Pereira, realidad que no fue maquillada y presentada como lo imaginábamos antes de estar allí.


Luego de observar las diez fotos sobre artesanías tomadas por estudiantes de la universidad católica, exhibidas en la pared de un casino ubicado en esta calle y que resaltaban las cosas bellas de esa cotidianidad, tuvimos la oportunidad de ver y hablar con un viejo artesano de amable sonrisa y simpáticos gestos quien logro conmovernos con sus relatos, mientras maniobraba con sus manos adornadas por muchas manillas un palillo dentro de una botella de angosto pico, y con especial delicadeza iba construyendo un barquito.

Ya a las 7:45 pm se veía disminuida el tránsito de personas por la calle como es habitual, en el centro de la ciudad, también se escuchaba como algunas puertas de almacenes se cerraban; fue este el momento en el que una pareja de bailarines con trajes típicos de chapolera y campesino antioqueño, comenzaron a bailar al son de un tradicional bambuco fiestero y por primera vez en la noche se logró agrupar a decenas de personas quienes enfocaban toda su atención a observar a esta virtuosa pareja.

En medio de aplausos la pareja termino su presentación, la gente se fue marchando, algunos artesanos cerraron sus puestos y nosotros con una gran sonrisa nos fuimos dialogando sobre esta aparentemente sencilla vivencia que nos permitió identificar y valorar los elementos que hacen única nuestra Cultura Popular Artesanal.

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